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 Una mesa  aparte

¿Cuál es la situación actual de las trabajadoras remuneradas del hogar?

De acuerdo al Banco Central del Ecuador, el trabajo remunerado del hogar es uno de los sectores económicos que menos aportan a la producción del país, con el 0,23% . Sin embargo, esta cifra no refleja la realidad de las trabajadoras del sector doméstico, debido a la alta informalidad de este empleo. Aquí te cuento una breve mirada a este sector subestimado por la sociedad.

Para conocer más, te invito a ver mi reportaje transmedia.

¿Qué sabemos por ahora?

De momento, no existe un proceso de fiscalización y observación sobre el cumplimiento de políticas públicas en esta materia. Tampoco se han realizado investigaciones que favorezcan a la formalización de este trabajo, más allá de una evaluación de las dificultades del servicio doméstico remunerado. Más difícil aún, se ha presentado la situación que viven dichas trabajadoras en un sentido humano mismas que serán retratadas en el reportaje investigativo, que no ha sido cubierto por medios de comunicación.

De ahí que, no se valora la importancia de la regularización del trabajo -refiriéndose a una afiliación al IESS y demás beneficios- en pro de una jubilación digna. En otras palabras, respetar los derechos laborales por parte de los empleadores y, en el caso de las trabajadoras, saber identificar cuando estos les son vulnerados.

A esto, se le suma un componente de discriminación, lo que convierte al trabajo remunerado del hogar en uno de los ectores más invisibilizados.

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Hay veces que preferimos dejar el trabajo cuando no nos conviene, porque el trato es malo

Myrian Paguay

 Los rostros detrás  del trabajo 

Myrian Paguay

Myrian Paguay, tiene 42 años y lleva 8 años como empleada doméstica. Realiza limpieza de oficinas, edificios y casas en horarios de 8h30 a 12h30. Trabaja en dos casas en días distintos. Ella cuenta que, recibe su pago diario en ambas casas, sin embargo, nunca mantuvo una relación laboral a través de contratos.

 
Antes de la pandemia, su situación era más estable. Trabajaba en una fábrica y ganaba el salario básico, incluso antes de entrar en el trabajo remunerado del hogar. Los meses previos a la crisis sanitaria, perdió su trabajo, pues la empresa para la que laboraba migró a otro país.

- Cómo volvió a estabilizarse después de la pandemia? 
- No me he estabilizado, dijo.


Myrian relata que sus ingresos son “bajos”, ahora que las restricciones por la pandemia se levantaron. Su remuneración es diaria, por lo que percibe $10 por día en una casa, mientras que en la otra percibe $20. 
 

 Tímida y callada 

De acuerdo con los rubros que cuenta Myrian, sus ingresos mensuales bordearían los $120 a $160 mensuales propios del trabajo del hogar. Es decir, no alcanza ni siquiera la mitad de un salario básico unificado equivalente a $450.

Ella vive sola con su hija de 19 años. Al preguntarle sobre si ella estudia, aseguró que “no” y prefirió no seguir con el tema. Por otro lado, su hijo, el mayor, salió de la casa hace ya un par de semanas.

Myrian, es una de las personas que no ve factible la afiliación al Seguro Social. Una de sus preocupaciones es la cobertura de salud que brinda esta institución. “No hay turnos, ni medicamentos. No hay nada”, dijo. Desde el punto de vista de la jubilación, explica que este corresponde a uno de los aspectos rescatables para la afiliación al IESS. No obstante, mira con “dificultad” alcanzar esto, debido a que los empleadores las contratan únicamente por horas. “Tal vez para las personas que tengan más estudios sí les sirva, pero para nosotras como empleadas que trabajamos al diario, no”.

Carolina Guamán

 Dulce y pacífica 

Carolina Guamán tiene 35 años y lleva 12 años laborando en este sector. Ella relata que contaba con beneficios de ley, sin embargo, los primeros meses de la pandemia su situación laboral se complicó. Cuenta que, en acuerdo con sus empleadores, ajustaron sus horarios y remuneración de manera que no se viera afectada.

Ella vive con 5 personas. Cuatro de ellas aportan para la economía familiar, excluyendo parcialmente a su madre que contribuye con ingresos ocasionales.

Trabaja 4 horas diarias durante toda la semana y, al relacionar su trabajo al del cuidado de niños, no siempre puede ceñirse a dicha jornada. Carolina relata que, en caso de excederse en horas de trabajo, estas le son remuneradas de igual manera.

Su horario, de 11h00 hasta las 16h00, no le permite laborar en otra casa, por lo que, su sustento depende de un solo hogar.

De acuerdo con Carolina, nunca tuvo una dificultad para acceder a permisos médicos o por emergencia. Aclaró que, cuando debe acceder a ellos, debe conversar con su empleador para solventar sus necesidades.

Fue afiliada todos los años en los que trabajó como empleada doméstica. Sin embargo, a raíz de la pandemia, dejó de estar vinculada al Seguro Social. 

Actualmente, puedo decir que cuento con un trabajo bien remunerado y con condiciones que me gusta

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Carolina sufre de tres enfermedades. La primera que nombró fue el hipotiroidismo, a esta le siguió la artritis reumatoidea y la fibromialgia. Menciona que se le dificulta realizar esfuerzos en exceso, o mucho menos, ejercicio.

En esa línea, considera que la cobertura del Seguro Social le ha beneficiado. Ella cuenta que, durante la pandemia, debía costearse sus tratamientos que antes eran proporcionados por el sector público. En estos, invertía alrededor de USD 250, el equivalente a su salario mensual en la actualidad.

Blanca Perugachi

 Resiliente y luchadora 

Blanca no ha sido afiliada al Seguro Social desde hace más de 20 años. Lo recuerda claramente, pues para entonces, su hijo era pequeño y olvidar una de las dos cosas resulta difícil.

 

Para aquella época, Álex -su hijo- asistía al jardín de niños. Cuidarlo por las tardes le era complicado, debido a que, al estar afiliada su jornada debía completarse en 8 horas. Luego de meditar la decisión, Blanca dejó su trabajo y empezó a laborar en dos lados distintos para poder subsistir económicamente. En ambos lugares, ganaba la mitad de un sueldo básico.

Cuando inició la emergencia sanitaria, Blanca no tenía trabajo. Su empleadora le dijo que prefería prevenir el contagio del virus, por lo que, lo mejor sería que ella dejase de laborar en su casa. Cuando se dio el confinamiento, se le presentó una oferta de trabajo importante para solventar los gastos de la casa. Debía ir a Tumbaco durante diez días a coser un par de prendas, dejando a sus hijos solos en casa. 

Desde enero de 2022, Blanca ha permanecido en el mismo trabajo. Asegura que no han existido intenciones por afiliarla al Seguro Social por parte de sus empleadores. La dueña de casa le había dicho que, por su trabajo, no sabía cuánto tiempo se quedaría en Quito, por lo que no veía necesario cumplir con estos trámites. 

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No le insistí para que me afilie. Me dijo que si yo me enfermo, ella corría por los gastos y que no me preocupe

Blanca Perugachi

Magaly Rodríguez

 Amigable y conversona 

Magaly Rodríguez tiene 36 años y lleva 10 años en el trabajo doméstico. Como a todos, la pandemia complicó su situación económica. Era la única en su hogar con empleo, por lo que el único ingreso dependía de ella. Su esposo, quien laboraba de forma independiente, había perdido su trabajo al inicio de la crisis sanitaria en Ecuador.

Ella fue la única en abordar la afectación psicológica y emocional de la pandemia. Cuenta que su segunda hija entró en depresión y no quería estudiar. “Yo venía al trabajo, ellos se quedaban encerrados y el verle al papá sin trabajo, les afectaba”, dijo.

Magaly vive con sus 3 hijos y su esposo. Su hija mayor tiene 19 años y estudia en la Universidad Central. Su segunda hija, próxima a cumplir 17 años y está entusiasmada por graduarse, mientras que su último hijo tiene 12 y curso su último año de escuela.

Hace un año empezó a laborar en dos hogares, en jornadas de la mañana y la tarde. Trabaja 3 días a la semana. Su horario es de 7h00 a 12h00, con el reconocimiento de mayor salario en el caso de que supere la jornada estipulada.

“Uno nunca sabe para qué nos preparamos a la vida”, mencionó, haciendo referencia a la variedad de trabajos que ha tenido Magaly. Ella fue madre joven, por lo que no alcanzó a terminar sus estudios. Para abastecer sus gastos, empezó a trabajar de recepcionista en un hostal en Quito hasta antes de dar a luz. Ya con su hija en brazos, debió trabajar en un restaurante como ayudante de cocina hasta terminar laborando como empleada doméstica.

Al iniciarse en el trabajo remunerado del hogar, ella contaba con una afiliación y todos los beneficios de ley. Llevaba a su hijo de dos años consigo y realizaba todas las labores en la casa de su empleadora. Recuerda que la comida allí tenía un sabor peculiar e incluso, tenía su propio cuarto.

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Este es el cuarto de la empleada, me dijo

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 La discriminación
es latente 

Al preguntarle sobre malas experiencias en sus años como trabajadora remunerada del hogar, Myrian asintió con la cabeza y dijo que “ha tenido bastantes”.

“Hay veces que nosotras dejamos el trabajo cuando no nos conviene, porque a veces los tratos son muy malos para las empleadas domésticas”, sostuvo.

Ella cuenta que, todo empezó un día que llegó tarde al trabajo. A partir de allí, empezó el regaño hacia Myrian. La reacción de su empleadora fue, a criterio de Myrian, denigrante y humillante. Nadie la había tratado así y mucho menos, no resulta común que una persona "encierre" a otra

Ante la desesperación e indignación, llamó a su madre, pues debía gestionar como pagar el valor restante de la licuadora o devolverla. Su plan era hacerlo a cambio del dinero que le había acreditado hasta la fecha. Sin embargo, su empleadora prefirió que ella le terminase de pagar las cuotas adeudadas para terminar con los inconvenientes.

“Me dijo que si es que quiero que siga nomás trabajando, pero ya no. Con esos tratos, no se puede”, dijo.

A propósito de eso, se acordó de su hija y la frase que siempre le dice. “Sabes que el estudio ayuda para que consigas un buen trabajo y no seas maltratada o humillada”.

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Puedo ser pobre, pero soy honrada. No soy ninguna ladrona

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Magaly es otra de las víctimas de un trato despectivo por parte de la dueña de casa.

Cuando ‘la señora que vivía por el canal 4’ -así la llamaba ella- empezó a mudarse, le encargó a Magaly a cocinar el almuerzo. Para ella, fue una tarea compleja, pues debió aprender recetas de libros sobre cocina gourmet. Así, la ‘Ñatita’, como la apodaba su empleadora, debía convertirse en una especie de experta sobre cocina de paladar fino.

Pero todo empezó en la mudanza. Cuando Magaly salía de uno de los cuartos, la dueña de casa la acusó de haberse robado una serie de artilugios. Para ella, fue un 'balde de agua fría', pues siempre la había considerado como su segunda madre.

Luego de armarse de valor, Magaly repitió una frase que resonó mientras lo contaba. “No merezco que me humillen”, le exclamó a su empleadora. Mientras lloraba, luego del sermón que le propinó a lo largo de la calle, ella estuvo dispuesta a dejar el trabajo.

 

Y así, luego de una discusión, Magaly renunció.

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Cuando yo tengo un problema con una persona, es como si se rompiera una taza, ya nada vuelve a ser igual (...) yo les he visto a mis jefas como una segunda mamá

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Blanca es otro de los casos de trabajadoras que fue humillada por su empleadora. Mientras recordaba con rabia ese momento, se le empezó a quebrar la voz. Se sentía la impotencia de que esto le haya sucedido tan joven. Apenas tenía 16 años, una edad en la que, justo dentro del límite, una persona ya está en edad para trabajar.

Su dueña de casa le había tildado de "ladrona" por "robarse" unas muñecas que eran de su hija. Ella no supo qué responderle. Había convivido tanto tiempo con su empleadora, que se le hizo extraño ver que, en ese momento, la acusaba de algo que no había hecho. A Blanca, le golpeó la desconfianza que tuvo la dueña de casa con su persona.

Ahora que recuerda o que pasó ese día, asegura que no puede sentirse más frustrada. A su nueva empleadora la considera una "segunda mamá", por lo que le confía varias labores e incluso, la halaga frente a sus amigas:

- Yo confía 100% en Blanquita, porque es una persona honrada. Ella me ha hecho la mudanza y no se me ha perdido ni una cuchara.

A lo que Blanquita le responde usualmente:

- Si usted me da, Dios le pague, y sino me da, así se dañe, yo dejo ahí, sostuvo.

“Actualmente, puedo decir que cuento con un trabajo bien remunerado y con condiciones que me gusta”, aseguró Carolina, por otro lado.

Nunca ha tenido malas experiencias en todos los años trabajando como empleada doméstica. Puntualizó que, cualquier discrepancia que tuvo con sus empleadores, siempre se resolvió mediante el diálogo, sin humillaciones de por medio.

 ¿Patrones que se repiten? 

En la mayoría de casos, las trabajadoras remuneradas del hogar no se encuentran afiliadas al Seguro Social. Este, legalmente, debería ser un requisito cuando se labora bajo condiciones formales. Además, un factor importante, es que las mismas empleadas del sector, prefieren aceptar parámetros laborales inferiores, antes que perder su trabajo.

Pero, ¿por qué sucede esto?

El sociólogo y Máster en Desarrollo Local sostiene que las trabajadoras remuneradas del hogar son una opción de sobrevivencia para un sector importante de la población.

 

Detalla que, en otros países, estas labores se realizan particularmente por horas y garantizan condiciones superiores a las exhibidas en el país. Cuvi destacó que otro de los factores, es la relación "abusiva" de los patrones con sus trabajadoras, lo que vulnera, hasta cierto punto, la buena convivencia entre las partes.

Estamos hablando de la continuidad de condiciones socioeconómicas. Es decir, esa pobreza que se hereda y reproduce

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Para Cuvi, la etnia constituye un factor común en las empleadas domésticas. Detalla que, anteriormente, eran recurrentes las contrataciones de personas que provenían de comunidades indígenas, afroecuatorianas o incluso migrantes. A su criterio, el ser mujer, es una constante en la labor doméstica remunerada. “Los varones en esa relación, más bien cumplen el trabajo de choferes o jardineros”, dijo.

El sociólogo puntualizó que, el hecho de que varias generaciones de mujeres trabajen en el servicio del hogar es una representación de la continuidad de las condiciones socioeconómicas. “Esa pobreza que se hereda y se reproduce, es común en sectores de escasos recursos, campesinos y marginados”, mencionó.

De acuerdo con Cuvi, el impedimento de que las trabajadoras remuneradas del hogar puedan conseguir empleos con mayor remuneración es parte de la pobreza estructural. 

Uno de los logros en derechos laborales para las trabajadoras fue la afiliación al Seguro Social, especialmente a la cobertura de salud

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Asimismo, el sociólogo resaltó que el trabajo remunerado del hogar tiene una alta tasa de informalidad. “Con la pandemia hubo una cantidad de despidos impresionante, porque la ley facultó al patrono a utilizar recursos para obviarse indemnizaciones y liquidaciones”, dijo. 


 

Juan Cuvi considera que la vulnerabilidad en el servicio doméstico se combate con la generación de empleo. Toda la población pueda acceder a un pleno empleo y eventualmente significaría que este servicio se convertiría un servicio parcial que genere mejores ingresos. 

 El camino recorrido 

Las condiciones laborales de las trabajadoras remuneradas del hogar no fueron siempre las mismas. Aunque a simple vista pareciera que no existió un cambio significativo, los derechos laborales de este sector dieron un avance importante en los últimos 15 años. Aquí, un pequeño resumen.

Uno de los detalles importantes en materia internacional es el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo. En él, se expresan los derechos y principios básicos que debería gozar una trabajadora remunerada de hogar para cualquier país signatario de este oficio. En este caso, Ecuador se suscribió al acuerdo en 2013, sin embargo, no existe un proceso de control para verificar el cumplimiento de esta ratificación. Entre los requerimientos del tratado se incluyen los siguientes:

Horas de trabajo definidas y días de descanso

Remuneración mínima

Salud y Seguridad Social

De acuerdo a la abogada en derechos laboral, Ana Mora,  a pesar de la suscripción de dicho convenio a escala nacional, la informalidad es un factor predominante. Para la CEPAL, a partir de 2020, 11 millones de personas se dedican al servicio doméstico en Latinoamérica. De esta cifra, el 93% de ellas son mujeres con un amplio margen de informalidad del 62%. 

Ella señala que, a partir del decreto de restricción de movildad suscrito por el presidente Lenin Moreno durante la pandemia, la situación para las trabajadoras se volvió aún más compleja.

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La Ley de Apoyo Humanitario no tomó en consideración el tema de mujeres, peor aún, a las trabajadoras remuneradas del hogar

Para Mora, una de las posibles soluciones es legislar en la Asamblea con perspectiva de género. Señala que esta, permite diferenciar los sesgos sociales históricamente impuestos entre hombres y mujeres. Así, se garantiza la integralidad de un proyecto ley, en favor de las personas que laboran en el servicio doméstico, que, en su mayoría, son mujeres. No obstante, esto no quiere decir que se deba descuidar la afiliación al Seguro Social.

De acuerdo al histórico de afiliaciones del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, existieron repuntes y caídas en estos trámites desde 2012 hasta 2022. Entre los hitos que más afectaron las afiliaciones es la pandemia por Covid-19.

Ser empleada doméstica en Ecuador: ¿un trabajo infravalorado?

Las malas condiciones laborales de las empleadas domésticas son el reflejo de una sociedad que no resuelve sus necesidades básicas y tiene una alta población marginada

Juan Cuvi

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Juan Cuvi

Sociólogo e investigador. Máster en Desarrollo Local.

Tema: ¿Qué factores inciden en que el trabajo remunerado del hogar no sea bien valorado?

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El trabajo remunerado del hogar ha sido uno de los sectores más feminizados en la economía nacional. 

Carolina Peña

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Carolina Peña

Economista y especialista en género, violencia y derechos humanos. Tiene una maestría en Economía del Desarrollo.

Tema: ¿Cómo insertar a las trabajadoras remuneradas del hogar a la economía nacional?

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A raíz de la pandemia...

Surgen una serie de aplicaciones móviles que responden a las necesidades de trabajo por horas y accesibilidad en los horarios de la trabajadoras remuneradas del hogar. Se implemntan plataformas intermediarias que ofrece servicios de limpieza. Cleon es uno de estos casos. Hasta marzo de 2020, alrededor de 80 personas laboraban por medio de la aplicación en relación de dependencia. Esta se presenta como una alternativa para generar empleo en el servicio doméstico, sin embargo, no está sujeta a afiliaciones al IESS, ni demás beneficios de sobresueldos

Tradicional vs. plataforma digital

La mayoría de trabajadoras remuneradas del hogar han sido contratadas por una relación persona-persona, independientemente de si se refiere a una pacto formal o informal. No obstante, la irrupción de aplicaciones móviles añadió una nueva opción a la dinamica del servicio doméstico. He aquí un par de ejemplos de algunas apps que operan en Quito.

Plataformas digitales:

¿Se vulneran derechos?

Al momento de contratar una empleada doméstica a través de plataformas digitales, las condiciones para concretar la relación laboral no son las mismas a cuando se hace un trámite de forma tradicional. Para conocer las diferencias, puedes leer y escuchar estos aspectos en la infografía de la parte de la derecha. 

 

Pero, ¿Todo este proceso alternativo vulnera los derechos laborales de las trabajadoras remuneradas del hogar?

 

Una de las respuestas se basa en el Código Integral Penal (COIP). En el artículo 243 de esta normativa, el tema central es la falta de afiliación al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Allí se establece la obligación de un empleador de hacer dicho trámite con su trabajadora o trabajadora. En caso de incumplir el artículo, el IESS podrá realizar una intervención para precautelar las condiciones laborales bajo las que esta trabaja. Además, se impondrá una multa de tres a cinco salarios básicos, por cada empleado no afiliado. 

 

Por otro lado, el artículo 244 del COIP, plantea que, si un empleador no afilia a su trabajador o trabajadora en un plazo de 30 días, a partir del primer día en funciones, será sancionado con pena privativa de libertad de tres a siete días. No obstante, esto se impondrá únicamente en caso que dicha persona no cancele el valor explicado anteriormente en un intervalo de 48 horas después de haber recibido la notificación.

Algunas de estas  plataformas  son...

 Acerca del autor 

Hola, soy Esteban Sislema. Estudio Periodismo y me encanta contar historias. Me interesan los temas sociales, políticos y culturales. ¡Puedes contactarme aquí!

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